Me siento muy afortunada. Durante tres meses he trabajado con un niño de 11 años realizando sesiones de #coaching. El niño llevaba una etiqueta: «déficit de atención» y durante estos meses ha realizado cambios importantes en su persona y en su vida.
Escribo «déficit de atención» entre comillas porque después de este tiempo, pongo en duda que esta etiqueta sea la adecuada para él, a la vista de las cosas increíbles que va consiguiendo este #PequeñoHeroe.
Tiene un talento innato para el deporte, es un líder en mayúsculas y le encanta ayudar a los demás. Estas son sus principales fortalezas y ha estado trabajando en encontrar la mejor manera para potenciarlas a través del coaching, y otras herramientas con las que trabajamos como la inteligencia emocional y la psicología positiva.
Desde este espacio en el que trabajamos, y en el que la estrella invitada es la creatividad, ha definido su personalidad y ha reflexionado sobre sus fortalezas y debilidades. Y ello le ha traido el realizar cambios a nivel personal y educativo durante el verano. Ahora, el niño es más tranquilo, más responsable, ayuda en casa, ha terminado las tareas de verano y ha repasado las tablas sin que nadie le obligue a hacerlo. Hechos que confirman sus padres y que nunca hasta ahora habían sucedido.
Hoy, a un día de empezar el colegio, es la primera vez que tiene ganas de ir a clase. Hasta él se sorprende. Durante el verano tuvo la oportunidad de pararse a pensar en las cosas que le limitaban a mantener su atención en clase. Hoy, tiene un objetivo: llegar a Navidad sin mandarse papelitos con los compañeros, no hablar con ellos durante las clases y no mirar por la ventana (para lo cual, pedirá sentarse lo más lejos posible de ella). Y tiene fijada una posible recompensa con sus padres, si cumple este objetivo.
Ahora toca ver si lo consigue y si sus profesores lo confirman.
Para mí, una muy grata experiencia. Para él, ha ganado cierta autoestima y seguridad en sí mismo.
– No hay nada imposible y su esfuerzo le llevará a conseguir sus metas –