Aprendizaje emocional con grupos multiedad

Si sigues mis aventuras, sabrás que tengo la bonita y buena suerte de liderar el desarrollo de la inteligencia emocional, desde hace ya 5 años, con varios grupos de niños y niñas de 1º a 5º de Primaria en un mismo espacio, durante todo el curso escolar, durante su tiempo de ocio educativo, y voy a compartir contigo los beneficios que veo y siento de esta experiencia en grupos «multiedad».

El desarrollo emocional es un proceso continuo, vivo y único (y que usa el resto de sus vidas) en cada niño y niña, que no responde  ni a los mismos tiempos, ni necesidades en función de la edad, sino al momento vital, el entorno, la experiencia emocional previa, el acompañamiento desde casa y las habilidades personales. Por ello, el trabajo emocional que llevo adelante en grupos heterogéneos por edad, desde mi experiencia y vivencias, favorece un aprendizaje más rico, humano y significativo para todos sus participantes.

Desde luego es todo un reto armonizar el aprendizaje, a través de experiencias, dinámicas, contenidos y recursos para todos ellos, aunque dada mi condición de «Elipse» (Geniotipo con altas dosis de creatividad artística y enfocado a la resolución de problemas), el reto se convierte en desarrollo de mi talento natural y me apasiona.

Para mí, la diversidad de edades pasa, de ser un obstáculo y mayor carga de trabajo, a usar esa diversidad como un recurso pedagógico de gran valor, que nos sirve como vehículo para:

Aprender entre iguales:

Los niños mayores pueden actuar como referentes emocionales naturales para los peques, quienes aprenden observando comportamientos como la empatía, la regulación emocional o la resolución de conflictos. Este modelo de aprendizaje me resulta muy eficaz y motivador.

Los niños mayores modelan habilidades emocionales, comunicativas y sociales para los más pequeños y los pequeños aprenden por imitación y con admiración hacia los mayores, lo que motiva su progreso.

Priorizo la evolución personal, el descubrimiento de talentos únicos y el progreso emocional individual.

Desarrollo del liderazgo consciente:

El alumnado más mayor tiene la oportunidad de expresar su madurez emocional desde la guía, el cuidado, el amor, la seguridad y el ejemplo. Esto refuerza su autoestima, sentido de utilidad y responsabilidad y a mí me enriquece mucho como acompañante del aprendizaje.

He visto niños/as enseñando a otros más pequeños, mostrar gran empatía, apoyar su autorregulación emocional y crear vínculos preciosos.

Clima de colaboración, no de competencia:

La diferencia de niveles, con mi acompañamiento, reduce la comparación directa y fomenta un ambiente más rico, inclusivo, centrado en el crecimiento personal y no en el rendimiento.

Al no estar centrados en alcanzar un mismo nivel académico, se potencia un clima de ayuda mutua, colaboración y no comparación.

Riqueza en las perspectivas emocionales.

En todo grupo surgen interpretaciones diversas ante una misma situación y, por tanto, te das cuenta de que existen tantas vivencias emocionales como cerebros en el aula, ante una misma situación. Esto, acompañado, enriquece el pensamiento crítico, promueve la tolerancia y estimula el pensamiento creativo.

Desarrollo integral.

Se aprende a convivir, enseñar y aprender con diferentes ritmos y formas de sentir, lo que amplía la mirada hacia uno mismo y hacia los demás.

Los niños mayores fortalecen su identidad y su confianza al tener la oportunidad de cuidar, guiar y enseñar a otros.

Los más pequeños se sienten valorados y seguros dentro de un grupo que los incluye sin comparaciones.

Construcción de grupo como “tribu emocional”.

Me ocupo de que cada niño y niña ocupe un lugar único y valioso en el grupo y en el aula. Esto refuerza el sentido de pertenencia, la identidad emocional y la cohesión, generando un ambiente seguro donde expresarse y crecer.

En este contexto, el taller de desarrollo emocional se convierte en una experiencia educativa transformadora, donde cada niño se siente visto, escuchado y valorado tal como es, sin importar su edad.

Esta estructura favorece la inclusión, el respeto y el acompañamiento genuino a los y las participantes, sembrando las bases para un bienestar emocional duradero.

La variedad de edades también enriquece las conversaciones y juegos emocionales, ya que surgen puntos de vista diferentes ante un mismo reto.

Y es muy bonito ver cómo se genera una sensación de tribu o “familia” emocional, donde cada uno ocupa un lugar valioso en el grupo, más allá de la edad, nacionalidad, cultura o capacidades creativas.

Y los resultados o frutos de mi acompañamiento para el desarrollo emocional, son increíbles. Puedes consultarlo aquí. Puedes consultarlo aquí. 

En definitiva, somos como este puzzle. Somos un equipo de trabajo formado por personas diferentes y diversas que caminan hacia una misma dirección: Aprender a vivir con inteligencia emocional.

Así que,  si estás valorando la opción de inscribir a tu hijo o hija a mis talleres, te animo a explorar esta posibilidad.

Y si eres profe o emprendedor/a en el mundo educativo, y estás planteando el diseño de talleres o de experiencias de aprendizaje con base emocional y creativa, no dudes en explorar esta vía de facilitación y acompañamiento.

¡¡Ya me contarás tú experiencia!!

En la diversidad hay riqueza. En las diferencias hay oportunidad. Sólo se  necesita creatividad e inteligencia emocional puesta en acción 😉

📩 Si crees que puedo sumar a tu proyecto educativo, no dejes de contactarme.

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