Cuando nos vemos en la situación de tener que afrontar un «problema» (o, más bien si lo sientes, una situación cotidiana de la vida), es importante reflexionar sobre si miramos ese problema desde la culpa o desde la responsabilidad.
Piensa en algún «problema» que tengas ahora mismo en mente. Disponte a pensarlo desde la culpa: desde aquí tiendes a centrarte en atribuir la responsabilidad de la situación a factores externos o a otras personas.
Ahora, desde aquí siente este problema (¿te activa o tranquiliza? ¿te genera malestar o bienestar?). Por regla general, visto y sentido el «problema» desde la culpa, es posible que generes sensaciones de malestar y sentimientos de impotencia, queja y victimización (echar balones fuera).
Ahora te animo a pensar ese mismo «problema» desde la responsabilidad que puedes asumir ante esa situación, buscando reconocer tu papel activo en la situación. Recuerda que eres responsable de tus pensamientos, sensaciones, emociones, palabras, gestos, hábitos y decisiones y, desde aquí, imagina posibles medidas proactivas que sólo dependan de tí para abordar la situación desde soluciones propias y únicas que sólo dependan de tí mismo/a.
Ahora, desde aquí siente este problema (¿te activa o tranquiliza? ¿te genera malestar o bienestar?). ¿Cambia tu sensación interior? Por regla general, visto y sentido desde aquí, desde la responsabilidad personal que asumes, la experiencia suele ser más empoderadoray beneficiosa a largo plazo, ya que, al asumir la responsabilidad de tus acciones y decisiones, tienes el poder interior de influir en el resultado y de buscar formas constructivas de resolver el «problema». Esta nueva perspectiva, puede llevarte a aprender y crecer mucho más a partir de la experiencia, en lugar de quedarte estancado/a en la culpa, la negatividad o, en definitiva, en tu mentalidad superviviente.
Por lo tanto, cada vez que detectes un problema o situación cotidiana a resolver, te animo a mirarlo desde ambos lados: desde la culpa (modo supervivencia) o desde la responsabilidad (modo vivencia). La culpa deja de existir cuando asumes tu parte activa en la situación.
Permítete tomar el control de tu vida y actuar de manera proactiva para avanzar hacia tus objetivos. Después, en el día a día, deja a un lado ese objetivo y centra tu atención en pensamientos proactivos que sientas que van a favor de tu bienestar, tus valores y tus aspiraciones.
Cambiar la perspectiva, puede ayudarte a sentirte dueño del problema, la situación, tu día a día y tu vida.
En procesos de coaching que acompaño, suele darse esta situación. Desde la culpa, buscar afuera la solución dejando de asumir que somos parte implicada en la situación o «problema». Cuando cambiamos la mirada y comenzamos a mirar hacia dentro, comenzamos a darnos cuenta de que siempre es posible encontrar la solución desde dentro, desde la responsabilidad. Y empezamos esa búsqueda de soluciones desde nosotros o nosotras mismas.
Cambia tu perspectiva, tu percepción, tu mirada y cambian tus pensamientos, tus sensaciones, tus emociones y la toma de acción pasa a convertirse en un objetivo en el que trabajamos para después tirarlo y centrarnos en nuestro día a día desde otra posición, otra mirada y nuevas formas de actuar mucho más activas y saludables.
¿Qué te llevas al llegar hasta el final de estas líneas? ¿Qué te aporta a tí pasar de la culpa a la responsabilidad? Te leo, te espero en nuestras sesiones de autoconocimiento, descubrimiento y presencia. Cuando cambias tu atención, cambia tu percepción.